21 de Abril de 2011 | Notas

Cómo sostener una empresa familiar

La importancia creciente de estas firmas en el mundo hizo que en muchos sectores se convirtieran en motores de la evolución del tejido empresarial, mostrando un alto grado de innovación y capacidad para emprender.

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Por Ernesto Niethardt
Socio Fundador Consultora Niethardt & Asociados y e
ditor del portal tuempresafamiliar.com

Es común, cuando se habla de la empresa familiar, que se caiga en el error de confundirlas con las pequeñas y medianas empresas (Pyme). Este error está en cierta forma justificado o resulta comprensible, ya que la mayoría de las empresas familiares son Pyme. Sin embargo, no todas las Pyme son empresas familiares, ni todas las empresas familiares son sólo Pyme.

De una manera general, se denomina empresa familiar a aquellas firmas en las que la propiedad o control está en manos de una o más familias. Desde el punto de vista de su tamaño, las empresas familiares abarcan un amplio espectro que puede ir desde un micro emprendimiento a una gran compañía multinacional que cotice en bolsa.

En la Unión Europea existen alrededor de 17 millones de empresas familiares que generan empleo a más de 100 millones de personas. Representan el 60 por ciento del total del tejido empresarial europeo y el 25 por ciento de las 100 primeras compañías.

En los Estados Unidos son el 90 por ciento del total de empresas, producen el 50 por ciento del PBI y generan el 42 por ciento del empleo. Hay ejemplos de empresas familiares multinacionales muy conocidas, como Ford, Motorola, Marriot, Levi-Straus, Hermès, Michelin, Bic, L'Oréal, Fiat, Benetton, C&A y BMW.

En Latinoamérica hay casos como el Grupo Carvajal, el Grupo Luksik o Televisa. Y en Argentina, firmas como Pérez Companc, Arcor (Pagani), Techint o Fortabat, por mencionar sólo los más conocidos.

En el país, las empresas familiares también constituyen la mayoría del tejido productivo: 75 por ciento de las empresas, el 42 por ciento del PIB y el 70 por ciento del empleo privado.

Pero no todas las estadísticas sobre las empresas familiares son buenas: entre el 70 y el 75 por ciento quiebran o son vendidas por la familia fundadora, es decir, durante la primera generación.Y solamente entre un 10 y 15 por ciento logra sobrevivir hasta la tercera generación.

La participación de la familia en este tipo de empresas las convierte en la forma de organización empresarial más complicada.

 

Fragilidad

Al margen de su mayor complejidad ¿qué factores explican la fragilidad de las empresas familiares? ¿Qué hace que salgan del control de la familia fundadora o que quiebren, normalmente durante la primera generación?

En primer lugar, desaparecen por los mismos motivos que cualquier empresa, (oportunidad de vender a un precio atractivo, incapacidad de prever los cambios del mercado o de adaptarse a ellos, insuficiente inversión en investigación y desarrollo, inadecuado control de costos, falta de acceso al crédito a tasas razonables, y otras deficiencias en la gestión).

En segundo lugar, porque también padecen problemas específicos como por ejemplo: a) incapacidad de encontrar capital para crecer sin diluir la participación de la familia en el mismo (el control total de la propiedad parece ser un principio sagrado para muchas familias); b) incapacidad de equilibrar la necesidad de liquidez de la familia y la necesidad de efectivo de la empresa; c) deficiente planificación patrimonial; d) falta de voluntad del fundador para ceder la propiedad y la dirección en el momento oportuno; e) incapacidad de atraer y retener a los sucesores competentes; f) rivalidad entre hermanos que impide el acuerdo sobre la elección del sucesor o la gestión de la dirección; g) incapacidad de atraer y retener a ejecutivos competentes no pertenecientes a la familia; entre otras.

Es decir, predominan los factores relacionados con la sucesión en la propiedad y en la dirección. Precisamente, esa es la razón más importante de la fragilidad de la empresa familiar.

Por ello, las condiciones para preservar el carácter familiar de las empresas son: Planificar la sucesión; vencer la resistencia de los fundadores o predecesores a dejar sus puestos en el momento oportuno; garantizar que el sucesor familiar sea competente; tener capacidad para atraer y retener a directivos no familiares; y solventar los problemas financieros del cambio generacional.

Todas las empresas tienen sus puntos fuertes y débiles. Las familiares tienen sus propios rasgos distintivos, tanto positivos como negativos, en su capacidad de supervivencia. Estas peculiaridades específicas deben ser conocidas, estudiadas y gestionadas, para poder disminuir el alto índice de mortalidad que las afecta ya que, como se ha visto, las empresas familiares han sido, son y seguirán siendo las verdaderas “locomotoras” de la economía en la mayoría de los países.

Fuente: Diario La Voz del Interior de Córdoba

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