06 de Febrero de 2014 | Licencias

Los chicos que juegan con RASTI hoy: Los líderes del mañana.

Como un niño aún, el cual no puede desprenderse de sus recuerdos de horas y horas que transcurrió armando y desarmando juguetes de RASTI, veo hoy que no fue sólo un entretenimiento. Fue todo un aprendizaje de vida. Estoy más que convencido que muchas de las decisiones que uno acierta se deben al RASTI, y no es broma. Ante la presencia de gente exitosa en la vida, en los negocios, en su trabajo, en su profesión, es inevitable mi inquietud: “Seguramente jugaba con RASTI…”

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Podría ser esto un “Infomercial” pero no lo es. No tengo ninguna relación comercial ni personal con Dimare S.A. Veremos bases sustentables de este concepto. La formación de un chico hacia el futuro a través del RASTI la baso en muchos principios, no sólo por “Fomentar la Creatividad”. El RASTI nos ayudaba a entender estructuras básicas, piezas móviles, mecanismos, y lo más importante: Logró que creáramos nuestros propios juguetes al momento de querer jugar a lo que se nos ocurriera en ese momento: Casas, Autos, Aviones, Barcos y cientos de opciones más.

¿Pero qué relación tienen estos aspectos con el éxito en la vida y los negocios? En realidad, mucha, pero más allá de la opinión subjetiva o sin sustento profesional (Yo no soy psicólogo ni psicopedagogo) hay realidades evidentes que el RASTI nos formó y seguirá formando a nuestros chicos:

1) Empezá por cómo se vé lo exitoso. RASTI provee y muestra una imagen final del producto en un instructivo y en la tapa de la caja. Generalmente se muestra un producto terminado asombroso. Sin importar la cantidad de piezas que traiga, uno siempre se entusiasma con el resultado final. Además, al conocer como es el final del proyecto, se vislumbran los avances, cuan parecido al ideal se va tornando y cuan poco falta. ¿Cuántas veces los líderes de proyecto, o los gerentes fallan al no poder mostrar e inculcar los avances? Es sólo cuestión de ensamblar las piezas para “Hacer que ocurra” (“Make it happen”)

2) Considerá los reemplazos de partes: Muchas veces perdemos piezas, o faltan. En vez de detener toda la obra, desde chicos, buscamos la forma de reemplazarlo por otro tipo de pieza que cumpla la función principal del faltante. Lo mismo hacen los líderes formados, con su gente, sus herramientas, recursos y lecciones aprendidas de etapas anteriores.

3) El cambio constante: El RASTI nos enseño de chicos a adaptarnos al cambio, a no tener esa negación a la variabilidad. En otras palabras: La innovación. Si mis amigos se encontraban jugando carreras de autos, entonces podía desarmar el barco para armar un auto y jugar. Es más, tenía la ventaja de modificarlo levemente mientras competía para hacerlo más veloz a esa carrera, a esa situación. La próxima vez que armara un auto, una vez aprendidas las lecciones de esa carrera, lo iba mejorando. Era una modificación, una adaptación, una creación y una innovación constante. Y saben qué: Muchas veces ganaba, pero lo más importante es que siempre jugaba y siempre competía.

4) Las instrucciones son sólo una ayuda: El pequeño folleto instructivo nos ayudaba, era imprescindible. ¿O no? Muchas veces cuando esas piezas no lograban encastrar y no lográbamos hacerlo igual al instructivo, en mi caso, recurría a mi papá, a mis amigos, a mis primos, ellos lo veían desde otra óptica, de otra manera, y me aportaban la solución. “Probemos de esta manera a ver si funciona”, me decían, ¿Y que lograba? ¿Armar la pieza? O realmente aprendía a experimentar sin miedo, a consultar otros puntos de vista, en muchos casos, más capacitados. Era impresionante como aceleraba la innovación. Al experimentar sin miedo, no tendría consecuencias en un RASTI. Sin embargo, experimentar en la vida real conlleva riesgos. Muchas veces ese riesgo es solamente el temor a mostrarse erróneo por haber hecho algo mal. Al eliminar ese miedo incrementamos exponencialmente nuestra capacidad de experimentar, innovar, aprender y por sobre todo, como me enseñó RASTI: A construir.

5) Es mucho más sobresaliente cuando muchos chicos jugábamos juntos: Jugar uno por si solo es divertido, pero compartir la experiencia entre varios era mucho mejor. Hoy en día es mucho más fácil conseguir que aporten 100 empleados sólo una hora a un proyecto, que conseguir sólo uno que aporte 100 horas. Los actuales sistemas informáticos, que están distribuidos físicamente y centralizados en sus datos, agregados a las actuales “Tecnologías en la Nube” nos facilita el “Collaboration” en proyectos. Diferentes personas, experiencias y perspectivas logrando innovación y más evolucionados resultados.

6) Rehacer, reconstruir los bloques: Muchas veces el juguete terminado se me desarmaba. O bien por imponderables o bien por errores en el armado. Pero, pese a todo, no era un causal de desaliento o desánimo. Dicha circunstancia hacía que vuelva a armarlo, inclusive me otorgaba la posibilidad de, en la reconstrucción, armar de tal manera que pudiera prevenir los motivos que lo destruyeron anteriormente. Tenía la “Oportunidad de hacer mejoras”. Toda una lección de vida proyectada a los problemas reales. Un adiestramiento de la actitud. Un ciclo constante mejorar la calidad del producto final debido al aporte de imaginación.

Como líderes en una organización, uno de los desafíos más difíciles que tendrán es lograr en los empleados la adaptación a los cambios de gran escala. O bien se puede alcanzar a través de innovación y experimentación (Que nos indujo el RASTI en la infancia) o simplemente se puede bajar la orden de “Porque acá lo hacemos así y punto”. La opción es nuestra.


Autor: Fernando Alonso
Fecha: 23/10/13

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