11 de Septiembre de 2012 | Notas

Los míos, los tuyos, los nuestros. Nuevas familias, nuevas empresas.

Los míos, los tuyos, los nuestros: una película antigua, que nos contaba las vicisitudes de un hombre y una mujer que constituían una nueva familia, aprendiendo a convivir, junto con los hijos de cada uno, de relaciones previas. En aquella época, una rareza, hoy algo casi de rutina. El recuerdo de esta película nace de una experiencia laboral.


Los míos, los tuyos, los nuestros: una película antigua, que nos contaba las vicisitudes de un hombre y una mujer que constituían una nueva familia, aprendiendo a convivir, junto con los hijos de cada uno, de relaciones previas. En aquella época, una rareza, hoy algo casi de rutina. El recuerdo de esta película nace de una experiencia laboral.

A raíz de una serie de reuniones con una empresa familiar, basada en marido y mujer que conformaban un nuevo matrimonio de hecho, con hijos de ambos trabajando en ella, y provenientes de relaciones anteriores, es que me planteo una serie de interrogantes:

Ante los cambios en la vida y organización familiar, como inciden estos en la gestión de empresas familiares? Que nuevas situaciones se plantean? Como conciliar intereses diversos y articularlos con la necesidad de preservar los negocios y la rentabilidad de los mismos? Si la empresa prexiste a la nueva pareja, como se integran a la vida del negocio de un modo equilibrado? Si estas preguntas y sus respuestas ya de por si son relevantes en las pymes familiares “tradicionales”, mas todavía en las nuevas familias que se constituyen. A partir de dicha experiencia, comparto algunas reflexiones y sugerencias a considerar.

Manejo de conflictos: es necesario encontrar mecanismos que eviten que las disputas lleguen a extremos sin solución. Es peligroso dejar que las posiciones personales sean más importantes que las necesidades de cada uno, y de las del negocio. Se requiere un esfuerzo adicional a muchas otras situaciones de la vida, para encontrar equilibrios entre las partes. Sin ese esfuerzo, las posibilidades de perdurar se hacen difíciles. Hay múltiples perspectivas a considerar: la de cada uno, los hijos, y por supuesto, lo que requiere el negocio para ser sustentable en el tiempo. La agudización de los conflictos conlleva riesgos, y por lo que se ve, cualquier pequeña chispa provoca incendios. Una de las fuentes de conflicto es el poder: quien manda, a quien se le hace caso, padres que dan indicaciones a hijos que no son propios. La otra fuente de conflicto es cuando se hiere la autoestima y el amor propio de las partes. Manejarse con sabiduría, paciencia, sinceridad y cuidado, es básico. De este modo, vamos a mantener un mínimo equilibrio entre aspectos racionales, tan necesarios para los negocios, como con los emocionales, que brindan la energía a su funcionamiento.

Visión de negocio y visión de familia: no perdamos de vista, en el cúmulo de sentimientos, la racionalidad y necesidades de la empresa. He visto que se abren unidades de negocio o sucursales para que alguna de las partes no se sienta dejada de lado, y tenga su oportunidad. Pero acaso, eso es útil desde el punto de vista del negocio? “quedar bien” con algún miembro familiar, es cuidar la rentabilidad? Se piensa mas en el corto plazo, que en lo que será mejor para los negocios en el largo plazo, y de este modo se pone en riesgo el emprendimiento comercial y el familiar. Es de mucha utilidad, conformar un espacio donde se encuentren representadas ambas familias, a modo de un órgano de gobierno familiar, donde ir construyendo acuerdos básicos, y una visión compartida de los objetivos y proyectos a realizar. Dicho órgano tendrá la función, además, de monitorear los temas y anécdotas que surjan de la vida cotidiana, favorecer la comunicación, y articular los diferentes intereses, cuidando de separar lo que necesita la empresa de la familia. También permitirá ir esbozando un protocolo familiar, que tendrá importantes diferencias con los protocolos tradicionales.

Normas y reglas: es fundamental definir y compartir reglas de funcionamiento y de toma de decisión. Cada familia llega con historias y valores diferentes, así como también el propio negocio las tiene. Por lo tanto, se necesita establecer normas a ser respetadas y criterios a aplicar ante los incumplimientos. En la medida que se puedan establecer, va a permitir que la resolución de cada situación no sea algo improvisado, y a merced de la voluntad que predomine en el momento. Entre las normas y reglas, debería figurar el proceso de incorporación de los hijos, criterios y requisitos, así como decisiones sobre familiares políticos, que en estos casos, incluyen los de dos familias previas. La definición de normativas, permitirá no caer fácilmente en la personalización de los problemas y su resolución. Las reglas claras evitan excesos en las posturas y favores personales, en las que se puede caer con facilidad en familias donde la integración es clave y de por si  dificultosa, pero necesaria para el bienestar del nuevo proyecto, tanto familiar como empresarial.

Familiares y no familiares: tenemos que articular y coordinar necesidades y roles, de lo contrario sembramos futuras discordias y conflictos. Hay que buscar preservar lugares de trabajo y lo que es eficiente para la empresa,  y que la incorporación de miembros familiares no vaya en desmedro de la misma. Imaginemos: empleados que no pertenecen a ninguna de las dos familias previas, son testigos de ingresos, no siempre ordenados y previstos, y presencian situaciones no muy amigables entre las partes, con intercambios donde se deja entrever que aportó cada uno a la sociedad en la que participan, y si es equitativo: acaso estas circunstancias ayudarán a la efectividad empresaria? La relación costo beneficio es central para el negocio: por lo tanto, cuidémosla!

Donde discutimos: he presenciado discusiones de negocio, mezcladas con temas familiares y reproches mutuos, donde al final ni se sabe de que se habla, aunque esta claro lo mal que terminará. Es recomendable definir lugares y ámbitos donde tratar los temas, y respetar dichas decisiones, de modo de preservar a la familia empresaria. Unos y otros saldrán favorecidos. No se trata de evitar los problemas y diferencias, lo cual seria todavía peor: es cuestión de fijar reglas sobre donde vamos a hablar y de que, de modo que una cena familiar sea lo que debe ser, y una reunión directiva del negocio igual. No olvidemos que en una familia “ensamblada” se conjugan muchas más variables, y se necesita ser claro respecto al cuidado de los lugares de cada uno, y los espacios para tratar los temas específicos.

Los míos, los tuyos, los nuestros: el desafío es enorme, y el equilibrio siempre inestable. Es importante un liderazgo claro, y evitar los mensajes contradictorios: un conyugue que dice una cosa, el otro que lo contradice, uno que defiende un hijo, el otro al suyo, uno que se ve perjudicado porque el emprendimiento le antecede y se ve desprotegido legalmente, y así muchas otras situaciones cotidianas. Y como dije unos párrafos antes, se pierde con facilidad la visión del negocio, lo que este necesita para ser rentable y crecer. Es necesario construir un proyecto conjunto, tener metas claras, dirigir por objetivos considerando quien será responsable y de que, sabiendo que en muchas ocasiones habrá sentimientos encontrados, donde cada uno pensara que aportó de modo diferencial a la nueva sociedad, pero se supone, decidieron apostar a un nuevo futuro. Más allá de las definiciones legales y acuerdos posibles en este sentido, es fundamental construir redes mutuas para que “los míos, los tuyos y los nuestros” encuentren canales que favorezcan un futuro posible en el emprendimiento familiar nuevo.

Fuente: Lic. Néstor Rabinovich
www.rabinovichasesor.com.ar

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