Excelente nota donde se muestran los nuevos lanzamientos tecnológicos aplicados a los juguetes: una mezcla del mundo real y el virtual.
Fuente: El Mundo.es
Por: Ángel Jiménez de Luis
Tengo entendido que la ventana que tienen hoy en día los niños para jugar con juguetes es cada vez más pequeña. La gran mayoría prueba los videojuegos sobre los ocho o nueve años de edad y desde entonces buena parte del ocio pasa a ser electrónico.
Para los de edades inferiores, sin embargo, las barreras entre juguetes físicos y virtuales cada vez están más difusas. Xataka recogía ayer, por ejemplo, la noticia del lanzamiento de los nueva gama de cochecitos Hot Wheels Video Racer de Mattel. Se han anunciado en el CES y son similares a los cochecitos de toda la vida, pero incluyen en el frontal una cámara capaz de captar la “acción” a 30 o 60 cuadros por segundo. El resultado puede verse luego en una pantalla LCD situada en la parte inferior del vehículo o descargarse a un ordenador a través de USB.
Con cada coche Mattel incluye un software de edición simple pero que viene con transiciones y cortinillas para los vídeos y la posibilidad de subir los resultados a la red para compartir con los amigos. La idea es que estos coches sean, además de un juguete, la primera cámara de vídeo de los más pequeños de la casa. Cuestan unos 45 euros al cambio. ¿Excesivo? Tal vez, pero no es el único ejemplo. No hace mucho una Barbie presumía también de webcam escondida en su cuerpo de plástico. La muñeca funciona con dos pilas AAA y tiene un pequeño LCD en la espalda para ver los vídeos.
Una idea más interesante, en cambio, es la que Intel ha presentado durante este CES. La idea es utilizar superficies “inteligentes” capaces de detectar el juguete con el que juega el niño y proyectar un mundo virtual a su alrededor. En este vídeo de demostración un dragón fabricado con Lego escupe un fuego virtual que incendia una casa cercana. Al acercar un camión de bomberos el sistema proyecta la imagen de un chorro de agua extendiendo el incendio.
Por ahora puede que no sea práctico o económico pero es sin duda un aperitivo de los juguetes con los que jugará la próxima generación, objetos que mezclaran el mundo real y virtual gracias a sensores internos, el uso de cámaras y proyectores o incluso pequeñas aplicaciones de realidad aumentada en la pantalla del teléfono móvil.