Silvia Torres Carbonell fue entrevistada por la Revista Gestión para su Edición Especial "Emprendedores". Habló acerca del ambiente de nuevos negocios en la Argentina, ofreció un panorama sobre los mejores sectores en los que operar y explicó por qué sólo los emprendimientos de alto impacto -globales y con grandes metas- serán los que permanezcan.
Profesora de Política de Empresa en IAE Business School, de la Universidad Austral, directora ejecutiva del Centro de Entrepreneurship de la misma escuela, directora del proyecto de investigación GEM (Global Entrepreneurship Monitor) y miembro del directorio de Fundación Endeavor Argentina, Silvia Torres Carbonell es una de las especialistas más reconocidas en el ambiente emprendedor latinoamericano.
Aquí destacamos los puntos más claves de la entrevista con Gestión:
La Argentina ocupa el puesto N° 15 en el ranking de los países más emprendedores según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), que sigue esta actividad en 55 naciones.
Las industrias con más futuro en el país son la agroindustria y la agricultura no convencional. En este sector, el país cuenta con un conocimiento fundamental.
Los inversores buscan proyectos escalables, que ofrezcan cierta innovación -no necesariamente debe ser un invento- y que crezcan primero en los mercados internos pero que puedan expandirse globalmente.
La gran mayoría falla en el “cómo”. El problema viene cuando tienen que estructurar los recursos, reclutar personal, conseguir capital, comprar tecnología y alinear la información detrás de ese objetivo, que es la oportunidad. Hay dos “cómo”: cómo se construye el modelo de negocios para aprovechar la oportunidad y cómo se gestiona el emprendimiento a partir de las competencias gerenciales.
Mundialmente, el 50 por ciento de los emprendedores fracasa en el primer año y el 80 por ciento en el quinto. De los que quedan, a la mitad le va muy bien y el resto subsiste.
Hay una realidad: cuanto más apoyo de un ecosistema tienen los emprendedores, cuantas más posibilidades de trabajar en conjunto, de mantener relaciones comunes, de acceder a buenos proveedores de servicios, armar modelos asociativos eficientes, contar con consultoría o capacitación de primer nivel, más bajan los índices de fracaso.
La burocracia administrativa influye negativamente en la actividad emprendedora. A pesar de que el buen emprendedor no se cansa, influye mucho. Son barreras adicionales que se agregan de manera innecesaria. El primer concepto que debería entender el gobierno es que la actividad emprendedora es sinónimo de actividad empresarial.
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