China ha crecido en las últimas décadas sobre la base de la industrialización impulsada por las exportaciones con una moneda débil, lo que ha dado como resultado altas tasas de ahorro y una dependencia de las exportaciones netas y la inversión fija. Después de 2013, China tendrá dificultades. Necesita una apreciación rápida del tipo cambiario, liberalización de las tasas y aumento de los salarios.
LONDRES.- Recientemente hice dos viajes a China, justo cuando el gobierno ponía en marcha su 12° plan quinquenal para reequilibrar el modelo de crecimiento a largo plazo. Esos viajes reforzaron mi opinión de que hay una contradicción potencialmente desestabilizadora entre los desempeños económicos de corto y mediano plazo de China.
La economía del país se está sobrecalentando, pero con el tiempo la inversión excesiva resultará deflacionaria tanto a nivel interno como global. Una vez que sea imposible aumentar la inversión fija -después de 2013-, China estará en una aguda desaceleración. En lugar de concentrarse en asegurar un aterrizaje suave, los encargados de políticas chinos deberían preocuparse por el muro contra el que se puede estrellar el crecimiento en la segunda mitad del quinquenio.
El camino más fácil es mantener el statu quo. Los detalles del nuevo plan revelan que se seguirá recurriendo a la inversión, incluso en la vivienda pública, en lugar de una apreciación más rápida de la moneda, transferencias fiscales a los hogares, impuestos a y/o privatización de las empresas del Estado, liberalización del sistema de registro de los hogares o un relajamiento de la represión financiera.
China ha crecido en las últimas décadas sobre la base de la industrialización impulsada por las exportaciones con una moneda débil, lo que ha dado como resultado altas tasas de ahorro y una dependencia de las exportaciones netas y la inversión fija. Cuando las exportaciones netas se colapsaron en 2008-2009 del 11% al 5% del PBI, el líder chino reaccionó aumentando la participación de la inversión fija en el PBI, del 42% al 47%. China no sufrió una recesión porque la inversión fija se disparó. En 2010-2011, la participación de la inversión en el PBI ha seguido aumentando, hasta casi 50 por ciento.
El problema es que ningún país puede ser lo suficientemente productivo para reinvertir el 50% del PBI en capital social sin enfrentarse a la larga con un exceso de capacidad y un problema de créditos incobrables. En China abunda la inversión excesiva en capital físico, infraestructura y propiedades. Salta a la vista en los aeropuertos y trenes de alta velocidad (que reducirán la necesidad de los 45 aeropuertos que están planeados) impecables, pero vacíos, las autopistas que no conducen a ningún lugar, los miles de edificios de gobierno nuevos y colosales, los pueblos fantasma y las nuevas fundiciones de aluminio cerradas para impedir que caigan los precios mundiales.
La inversión comercial y residencial de lujo ha sido excesiva, la capacidad automovilística ha superado el reciente auge de las ventas, y el exceso de capacidad en el acero, el cemento y otros sectores manufactureros está aumentando. A corto plazo, el boom de las inversiones alimentará la inflación por la naturaleza intensiva en recursos del crecimiento. Pero el exceso de capacidad conducirá a presiones deflacionarias fuertes, comenzando con los sectores manufacturero e inmobiliario.
Después de 2013, China tendrá dificultades. Todos los episodios pasados de inversión excesiva han terminado con una crisis financiera y/o con un largo período de crecimiento lento. Para evitar eso, China tiene que ahorrar menos, reducir la inversión fija, disminuir la participación de las exportaciones netas en el PBI e incrementar el consumo. Las razones por las que los chinos ahorran tanto y consumen tan poco son estructurales. Cambiar el incentivo de invertir tomará dos décadas de reformas.
Las explicaciones tradicionales de la alta tasa de ahorro (falta de una red de seguridad social, servicios públicos limitados, envejecimiento de la población, subdesarrollo del financiamiento del consumo) son parte del rompecabezas. Los consumidores chinos no tienen mayor propensión a ahorrar que los de Hong Kong, Singapur y Taiwan; todos ahorran el 30% de su ingreso. La diferencia es que la proporción del PBI chino que va al sector de las familias es inferior al 50 por ciento.
Varias políticas chinas han conducido a una transferencia de ingresos de hogares débiles a compañías poderosas. Una moneda débil reduce el poder adquisitivo de las familias porque encarece las importaciones y con ello protege a las empresas del Estado, que compiten con los productos importados, y aumenta las ganancias de los exportadores.
Las bajas tasas de interés de los depósitos y los bajos intereses de los créditos a las empresas significan que los ahorros de los hogares reciben tasas negativas, mientras el costo real del crédito para las empresas del Estado también es negativo. La represión laboral ha provocado que los salarios aumenten a un ritmo más lento que la productividad.
Para reducir las restricciones a los hogares, China necesita una apreciación rápida del tipo cambiario, liberalización de las tasas y aumento de los salarios. Más importante, China necesita privatizar sus empresas o gravar sus beneficios a una tasa más alta y transferir las ganancias fiscales a los hogares.
2013
Es el año a partir del cual China enfrentará una recesión o un período de bajo crecimiento después de haberse excedido en la inversión en estos años.
Por Nouriel Roubini
Fuente: LA NACION
* El autor es profesor de Economía en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York
Foto: execlub.net