Se equivocan los jefes que eligen empleados que obedecen a rajatabla y no cuestionan
Cuando el capitán Jack Sparrow fue secuestrado y obligado a desempeñar la función de simple marinero, debió fregar la cubierta del barco bajo el mando de unos oficiales de rostro demacrado, ojos saltones y expresión aterradora. Un compañero de Sparrow le informó en voz baja, secretamente: "Son zombis. Los hacen obedientes". El capitán en desgracia agregó: "Y malhumorados".
El breve diálogo pertenece al film recientemente estrenado Piratas del Caribe: navegando en aguas misteriosas. Esos oficiales, tal como son presentados, son, de verdad, temibles y despiadados. Encajan perfectamente con la época, el siglo XVII, y la región, el Caribe, donde abundan las creencias esotéricas, en especial el vudú. La característica de un zombi es que se trata de una persona muerta que puede ser revivida y a partir de este momento ejerce total sumisión hacia quien ha producido el fenómeno.
Debería conjeturarse que la descripción de un jefe cualquiera con rasgos de zombi ha sido superada luego de tantos años. Sin embargo, no es casual que se la mencione en una película de estos días y suene a nuestros oídos contemporáneos con algún grado de probabilidad. La decisión del pirata Barbanegra de formar sus cuadros de mando inferiores con sujetos obedientes, carentes de voluntad propia, es una estrategia de selección de personal tan válida como cualquier otra. En este punto, los tiempos confluyen.
Se trata de un modelo de liderazgo antiguo, es verdad, pero permanece de un modo larvado cada vez que se aspira a cubrir un puesto de conducción. En muchos casos, puede ser el ideal oculto: supervisores que obedezcan, como zombis, a cualquier indicación, sin cuestionar, sin interferir, ni tomar acción alguna que no fuera una extensión de lo que el superior considera qué y cómo debe hacerse. La intención puede ampliarse a cualquier empleado u operario, aunque no tenga que conducir a otros. De este modo, se prolonga la cadena de zombis al servicio de una organización, o parte de ella, que responde a una sola persona.
Mucho se ha hablado, estudiado, discutido y, sobre todo, descalificado, el "estilo de conducción Barbanegra". Lo extraño es que uno puede seguir encontrándose con personajes que toman el modelo del famoso pirata que, esta vez de un modo fantasioso, rescata el film. Invirtiendo los términos, podría decirse que esos personajes representan a los muertos vivos de nuestros días. Por supuesto, desarrollan actitudes barnizadas, respondiendo a lo que actualmente se considera políticamente correcto, pero queda al descubierto que es perjudicial contar con un grupo de obedientes a rajatabla. Más aún: es preciso trabajar con colaboradores disidentes y cuestionadores para optimizar las decisiones.
Un supervisor, jefe o gerente que no reciba objeciones por parte de sus conducidos queda en absoluta soledad, frente al abismo de sus propias y posibles equivocaciones. Por supuesto, hay que descartar las críticas sin fundamento, crónicas, y que manifiestan otros problemas como la insatisfacción o el cuestionamiento de la autoridad. Este asunto de discriminar lo válido de lo insensato es una parte importante del ejercicio del liderazgo. En las ideas o propuestas de las personas se halla la verdadera riqueza. Los zombis no enriquecen porque están muertos.
Por Jorge Mosqueira
Funte: La Nación