18 de Abril de 2011 | Notas

Revivió en la Argentina la industria del juguete

A pesar de que es muy difícil el acceso al crédito y la exportación, los fabricantes de juguetes pasan por su mejor momento, explica Miguel Faraoni. China sigue siendo la gran amenaza.

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El tipo de cambio favorable y la amplia capacidad ociosa del sector permitieron en los últimos años el resurgir de la industria juguetera, una actividad con prosapia en la economía nacional. Aún a pesar de algunas incertidumbres y a la eterna amenaza de las importaciones chinas, han logrado redondear un período de ganancias auspicioso. Miguel Faraoni, titular de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete, confía en el potencial de los empresarios del rubro.

-¿Este es el mejor momento de la industria del juguete?

 -Realmente no nos podemos quejar. Todas las industrias están trabajando bien, invirtiendo, estamos creciendo. Hay posibilidades de emprender cosas y pensar en proyectos nuevos que se llevan a cabo, y hay respuesta del público, que es lo más importante.

-¿También ha crecido la exportación?

-Recuerdo que en los "90 tenía luchas terribles con los representantes de la industria, que pedían que exportáramos. Yo decía entonces que para poder exportar, la industria tiene que estar fuerte en el mercado local. Así parte de esa producción puede ser destinada a la exportación. Es algo muy duro y difícil, porque cuando salimos de Argentina, enfrente tenemos a China como competidor. El producto tiene que ser muy bueno y a precio para poder competir con los chinos.

-¿Con qué hay que diferenciarse?

-Con diseño, con calidad, y lo estamos haciendo. Esto marca que el Gobierno no se equivocó en pensar que nuestro rubro podía ser un sector pujante para generar puestos de trabajo.

PRODUCCION Y CREDITO

-¿La industria del juguete está al tope de la producción?

-No, todavía no se está al tope, pero lo único que necesitamos es un panorama un poco más largo. Este es un año electoral, donde hay mucha incertidumbre. Algunas industrias ponen un freno, esperan para ver qué pasa. Hay expectativas y dudas. Creo que si la industria tuviera un panorama de saber que este Gobierno o el que venga va a tener una política industrial similar a esta, y que el empresario sepa que puede invertir en maquinaria y en ampliar galpones, el potencial que tenemos por delante es muy grande.

-¿Cómo se presenta el acceso al financiamiento?

-Eso es un tema bastante difícil porque si bien este Gobierno viene ofreciendo posibilidades de crédito a las pymes, también hay que entender que para una pyme presentar toda la documentación que se solicita lleva tiempo y costos. Hay veces que se pone un gestor, pero se desborda o se complica el trámite. El Gobierno subsidia tasas de interés, pero después se traba en el papelerío y la burocracia.

-¿Los está empezando a perjudicar el tipo de cambio y el avance de las importaciones?

-El tipo de cambio preocupa porque la industria nacional depende de los costos internos, y si estos costos crecen de una manera mucho más acelerada, vamos perdiendo competitividad. Por ahora el daño no es tan grande porque de alguna manera se está regulando la importación.

-¿La competencia con China está dada en precio o en calidad?

-Fundamentalmente en precio. El juguete chino de calidad no es barato, hay que pagarlo, cuesta. Lo que pasa es que el importador argentino que va a China a comprar trata de buscar precio y no calidad. Entonces no le podemos echar la culpa a los chinos de que hacen todo mal. Lo bueno es caro, por eso el importador no lo quiere traer. Se importan productos de bajo precio.

-¿Cuánta trabajadores emplea el sector?

-En este momento tiene alrededor de 3.000 personas en forma directa, y la cadena de valor casi se triplica porque genera muchas compras y participan también los proveedores. Se mueven muchas compañías satélites.

-¿Qué hacen las empresas jugueteras entre las fechas pico de venta?

-Hay siempre una venta mínima que el cliente trata de reponer, manteniendo el stock, porque hoy es más importante tener el producto que la plata, así mantiene el valor. Lo que hacemos las fábricas es stockear. Nosotros no podemos salir a fabricar en junio para el día del niño porque ya es tarde, tenemos que avanzar desde febrero. Ese stock es caro porque a la materia prima hay que pagarla en menos de 30 días; a la mano de obra hay que pagarla en el mes, lo mismo con la energía. Y a eso hay que agregarle el espacio, que tiene un costo alto porque los juguetes ocupan un volumen muy alto. Se hace duro para la industria nacional, pese a que venimos repuntando.

SOBREVIVIENTES

-¿En América Latina se pelea el mercado con algún país en particular?

-En América Latina prácticamente quedaron Brasil y Argentina. Ni México tiene ya un mercado importante. Tiene una compañía que trae piezas sueltas de China y las arma en México. Netamente fabricantes, Brasil y Argentina, los dos que le estamos haciendo fuerza a China. En Europa pasó lo mismo. En España había pueblos enteros dedicados al juguete y cerraron todos porque las empresas se radicaron en China. El 75% de lo que se produce está fabricado en ese país.

-¿Qué opina de la repatriación de una marca como Rasti?

-Creo que la empresa hizo una jugada muy importante. Cuando vino la importación en los "90, prácticamente se volcaron a importar más que a fabricar. Pero después llegó el cambio y fueron a rescatar una marca y una matricería importante que estaba en Brasil. Hoy con mucho esfuerzo y profesionalismo están poniendo a Rasti en los primeros planos, compitiendo con cualquier importado. Esto demuestra que cuando el industrial argentino tiene posibilidades, la sabemos aprovechar.

-¿La gran batalla es contra los juguetes electrónicos?

-Es un tema muy duro porque año a año los chicos, cada vez más rápido, van dejando el juguete por los entretenimientos electrónicos. Antes una nena hasta los 10 años jugaba con las muñecas, y hoy a los 6 está con la computadora. Tenemos que ir agudizando el ingenio para generar productos atractivos que compitan con lo electrónico. La diferencia del juguete al videojuego es que es más sociable para el chico, lo hace dialogar y participar. Implica mayor creatividad.

Por Gustavo García
Fuente: Diario La Prensa

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