los juguetes ecologicos reciben cada vez mas atencion de ferias, fabricantes, tiendas y sobre todo, consumidores.
La preocupación por los juguetes ecológicos y sostenibles está creciendo cada año. Aunque lo cierto es que se trata de algo reciente. Muchos juguetes aún se fabrican para usarse con pilas que contienen metales pesados, o directamente para ser conectados a la red eléctrica. En ocasiones, no se cuida que el embalaje sea reciclable. Una parte importante de estos productos se fabrica en plástico, especialmente PVC, que puede resultar muy contaminante si no se trata correctamente tras su utilización. Y eso por no hablar de los problemas que trajo consigo el uso hace años de tóxicos como el cadmio y las pinturas derivadas del plomo, además de las retiradas del mercado de muchos productos fabricados en China.
Pero eso está cambiando. Cada vez son más los fabricantes y detallistas que intentan que sus productos cumplan con unos requisitos medioambientales mínimos, sobre todo porque cada vez son más los compradores que los exigen: tanto padres como hijos.
Así por ejemplo, Amazon tiene una sección dedicada a juguetes verdes, incluyendo productos de fabricantes sobre todo estadounidenses, como Green Toys, que vende camiones y juegos de té manufacturados con plástico reciclado, y que espera pasar a fabricar otros productos además de juguetes, como cuberterías y vajillas infantiles.
Ya en España, Imaginarium vende por ejemplo su línea de productos Biohábitat: juguetes que fomentan el reciclaje o enseñan cómo funcionan las energías renovables. Otras tiendas preocupadas al respecto son Dideco, Bebés Ecológicos, centrada sobre todo en artículos de puericultura, y Kinuma , que ofrece productos de muchos de los fabricantes presentes en Toys Go Green, el evento sobre juguetes ecológicos que organizó la Feria de Nuremberg.
Los consumidores están dispuestos a gastar más
La de Nuremberg no fue la única feria del sector que organizó un evento dedicado a los juguetes ecológicos: también lo hicieron por ejemplo la de Nueva York y la de Hong Kong, reflejando así el interés del sector por esta tendencia. Pero Toys go Green contó no sólo con casi 60 empresas participantes, sino que elaboró además un estudio sobre la visión que los consumidores (una muestra de 450) y los detallistas (150 vendedores) tienen sobre los juguetes ecológicos.
Este trabajo recoge datos sólo de Alemania, un país desde hace ya décadas muy concienciado ecológicamente, pero merece la pena destacar algunos de los resultados que revela. Por ejemplo, que un 65% por ciento de los consumidores estarían dispuestos a pagar un 10% más por un producto sensible con el ecosistema. Y que un 28% pagaría incluso entre un 15% y un 20% más. Asimismo, el 39% de los encuestados cree que la demanda para estos juguetes crecerá en los próximos tres años y un 45% espera que se mantenga estable, frente al testimonial 3% que opina que caerá.
¿Qué es un juguete ecológico?
Sin embargo, sigue siendo complicado ya simplemente el hecho de reconocer un juguete ecológico. A pesar del interés del mercado, no hay todavía una etiqueta o marca unificada a nivel nacional o internacional. Así pues, hay que apoyarse en lo que el propio fabricante dice en la publicidad o en el embalaje, y sobre todo fijarse en los siguientes elementos:
1. El material con el que está fabricado el juguete. Si es por ejemplo de algodón orgánico, madera, bambú, plástico o cartón reciclado, o por el contrario, PVC y otros plásticos. Por ejemplo, Walt Disney ha otorgado la licencia de Winnie the Pooh amiYim, especializada en muñecos de algodón orgánico y tintes naturales. El ejemplo de esta empresa neoyorquina es destacable, ya que las ventas de la compañía se han prácticamente triplicado desde 2006, en un contexto económico desfavorable.
2. El embalaje, que debería ser de materiales totalmente reciclados y reciclables.
3. El contenido del juego. Por un lado, hay que fijarse en si el niño puede o no aprender algo con el juguete: como por ejemplo la base de los E-Rangers de Playmobil, que enseña al niño a crear un nuevo ecosistema y que utiliza para eso incluso paneles solares reales. Por otro lado, también hay que tener en cuenta cómo se juega con el juguete: el coche Eco-Power de Buki tiene un motor eléctrico que sólo necesita agua salada para funcionar. (Precisamente estos dos juguetes fueron nominados en la feria de Nuremberg en el apartado de juguetes ecológicos; ganó el de Playmobil).
4. La cadena de suministro, ya que resulta más costoso para el medioambiente comprar en el comercio de nuestra ciudad un producto fabricado en un país lejano que en una fábrica de la misma región.
5. El ciclo de vida del juguete: cuanto más dure un juguete, tanto por interés como por resistencia, menos perjudicial resultará, ya que se tardará más en procesarlo como residuo y en sustituirlo. En este sentido cabe destacar la simpática propuesta de la estadounidense TDC Games: puzzles fabricados con materiales biodegradables que tras su uso se pueden plantar en el jardín. Y regar. Hasta que crece un planta. Con flores. Hay dieciséis variedades diferentes.
Lo que parece claro es que los juguetes ecológicos no van a ser sólo una moda pasajera. Su evolución probablemente será similar a la introducción de productos biológicos en la alimentación: no coparán el mercado y su éxito por países dependerá de la cultura ecologista de cada región (muy elevada por ejemplo en Alemania y en los países nórdicos, quizás no tanto en el sur de Europa), pero se harán un hueco importante en las tiendas y marcarán sin duda la evolución de los juguetes convencionales, que se verán cada vez más obligados a introducir elementos de sostenibilidad.
No en vano el mercado de los juguetes ecológicos vende en todo el mundo ya por valor de 84.000 millones de dólares y la consultora medioambiental Earthsense ya ha avisado de que este segmento alcanzará el 5% de las ventas del sector en Estados Unidos.
Fuente: Key4Communications