Industriales brasileños tratando de vender en Argentina lo que producen sus pares de este lado de la frontera y viceversa. Argentina y Brasil necesitan de mucha más planificación estatal del Mercosur para que el proceso de integración prospere.
Algunos analistas consideran que Argentina debería haber elegido como principal socio comercial a Chile. El país trasandino tiene una economía bastante diferente de la nuestra. Tiene una industria pequeña y una economía escasamente diversificada. Es un gran exportador de vinos, maderas, pescado y cobre, e importa casi todo. Argentina tiene una balanza comercial con Chile estructuralmente favorable.
En cambio Brasil se asemeja mucho más a la Argentina. Es una de las economías que integra el Grupo de los 20, tiene una industria fuerte y en proceso de globalización y tiene un sector primario tan fuerte como el argentino, aunque de menor calidad. Al igual que la Argentina, exporta materias primas y posee un sector manufacturero que necesita de la protección del Estado.
El proceso de integración de ambos socios en el MERCOSUR, cuyo antecedente fueron los acuerdos entre los ex presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney, tuvo en principio un carácter más político. Durante la década del 90’, los presidentes Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso le dieron la impronta comercial que el MERCOSUR que reviste hasta el momento.
Ese sesgo comercial soslayó el carácter de economías competitivas que tienen los dos principales actores del proceso de integración sudamericano. En los 90 la Argentina pareció asumir el papel de proveedor regional de energía y materias primas. Por ello, permitió, por ejemplo, que la industria paulista de maquinarias agrícolas destruyera la producción local. Mientras que en los 80’ el 90% de lo que se usaba en el campo argentino era de producción nacional, en los 90’ la relación se revirtió a favor de Brasil. En aquellos años las crisis comerciales con el socio estallaban cuando desde Brasilia se ordenaba el freno de embarques de alimentos argentinos.
Pero desde 2003, bajo el comando del presidente Néstor Kirchner, la Argentina volvió a retomar el rol de país con industria, y desde ese momento negocia más duramente con Brasilia. Desde Buenos Aires comenzaron a aplicarse medidas para evitar que los productos manufacturados del país vecino arrasen en el mercado doméstico. Claramente ambas economías son competitivas, pero dejando cierto margen a la complementariedad. Ambas tienen fábricas de autos, de alectrodomésticos, de computadoras, de celulares, de línea blanca, autopartistas. Ambas producen soja y exportan carne.
En estas características se pueden rastrear las razones de origen en el conflicto comercial reciente entre Argentina y Brasil. Industriales de allá que quieren vender aquí lo mismo que producen otros industriales de este lado de la frontera. Y del mismo modo, Argentina reclama porque los de acá no pueden exportar a allí lo mismo que se produce del otro lado.
En su última carta al ministro de Desarrollo, Fernando Pimentel, la titular de Industria, Débora Giorgi, le recuerda que los reclamos históricos de la Argentina con relación a una balanza equilibrada en materia de productos industriales no se han cumplido. Le expone una decena de casos de problemas serios que tienen las empresas nacionales para exportar allá. Denuncia inclusivo un boicot de industriales brasileños a productos argentinos a través de las cadenas comerciales locales.
La salida de la crisis exige lo que no se hizo nunca en el MERCOSUR: Una integración planificada desde los Estados. Definir espacios para cada socio. Algo similar a lo que se hace en la industria automotriz, donde a Brasil la cabe el rol de productor de autos de baja gama y la Argentina los de mediana y alta. Definir qué tipo de autopartes se hacen en un país y cuales en otro. Y del mismo modo para todas las cadenas industriales. Para eso se requiere de voluntad política y vencer intereses empresarios. El mercado no puede terminar de configurar el escenario del MERCOSUR debido al alto grado de similitud de Argentina y Brasil. La lógica indica que debe haber una planificación estatal macro, que defina reglas y roles, para que allí puedan actuar los privados. Si ambos Estados dejan que los intereses de sus empresarios tengan mayor peso en la relación, los conflictos serán inevitables.
Por Carlos Lamiral
Fuente: economiaenlinea.com.ar