Una de las palabras más usadas en los últimos años es innovación. A políticos, empresarios, emprendedores, investigadores, etc… se les llena la boca con la palabra innovación. Pero que se use mucho no quiere decir que realmente se aplique, sobre todo en los contextos empresariales más tradicionales y conservadores. Innovar es arriesgar y exponerse al error. El problema, es que no innovar nos hace caer de lleno en el conocido refrán: Renovarse o morir.
Incluso cuando las cosas van bien y tu empresa o negocio está funcionando, es necesario mejorar tanto en productos como en servicios. Pero es que además en un contexto de crisis la innovación es una cuestión realmente imprescindible. Aferrarse a lo conocido cuando no está funcionando sólo sirve para hundirte, con mayor o menor celeridad. El problema es que la innovación, por muy bien que suene, choca de lleno con nuestra resistencia al cambio. Porque lo queramos reconocer o no, los cambios nos cuestan, nos obligan a variar nuestro mapa mental y a actuar de otro modo. Y eso no siempre nos agrada.
Hay empresas, como las tecnológicas, que llevan la innovación en su adn. Es algo que casi no se tienen que plantear pues forma parte de su modo de trabajar. No obstante, incluso estas empresas se arriesgan a morir de éxito, si en un determinado momento se quedan ancladas con una fórmula que les funciona bien y no la cambian. Otros pueden tomarles la delantera. La cosa se complica más cuando estamos ante empresas muy burocratizadas (en las que cuesta que los flujos de innovación se muevan bien entre los departamentos, demasiado estancos) o pymes de ese tamaño pequeño- medio que apenas les permiten tener personas destinadas a la innovación.
Pero la innovación de verdad, la que hace que surjan ideas realmente geniales, no es la que se hace en un departamento de I+D (que puede ser muy útil y necesario!), sino en la que se fomenta que surja de todos y cada uno de los miembros de una organización. Si tienes un departamento ”innovando” podrás tener algunas ideas estupendas, pero si tienes a todas las personas con esa actitud, la cantidad de ideas será enorme. Porque además, sólo el que está en contacto con determinadas cuestiones o problemas, podrá ver qué es lo que hace falta. La teleoperadora que atiende al cliente en una campaña de una empresa X sabe, mejor que el que diseñó la campaña desde un despacho, cuáles son las necesidades de los clientes que llaman y cómo podrían dar una mejor respuesta. Aunque nadie la escuche. Y estoy hablando de un caso real, no sólo de un ejemplo.
Los empleados felices de los que hablábamos hace poco, son en general más innovadores que los empleados ”aburridos y hartos” o aquellos que ya están en el despido interior. Ello requiere de líderes valientes y con “buena autoestima”, que de verdad quieran empoderar a sus colaboradores, que no teman verse superados por ellos. Y vuelvo a hablar de casos reales, de personas que prefieren ignorar las buenas ideas por el mero hecho de no ser suyas, por miedo a parecer “inferiores” a sus subordinados. Y lo único que hacen es entorpecer los procesos. Por eso insisto, en que innovar es un acto de atrevimiento. Porque no sólo requiere de atreverse a equivocarse, sino también de dar más libertad a los colaboradores, dejarles tener iniciativa y escuchar sus propuestas. Porque no se trata de mandar sino de liderar. Y liderar en la empresa de hoy pasa por escuchar, compartir y colaborar. Pasa por ser de verdad 2.0. Y además el caso es que sólo siéndolo internamente, podrás transmitirlo externamente.
Como dicen algunas tesis del Manifiesto Cluetrain: Hoy en día, el organigrama está hiperenlazado, no jerarquizado. El respeto al conocimiento práctico resulta más importante que la autoridad abstracta. Los estilos administrativos de “control de mando”, surgen de, y refuerzan la burocracia, las luchas de poder y una cultura general de paranoia. La paranoia mata la conversación. Esa es su meta. Pero la falta de una conversación abierta mata a las empresas.
¿Conoces empresas innovadoras? ¿estás tú en una de ellas?
Fuente y Foto: mertxepasamontes.com