Como profesional dedicado en exclusiva al trabajo con familias empresarias, soy testigo de que los conflictos familiares van en aumento, especialmente entre padres e hijos. El origen de los mismos, son consecuencia en mi opinión, de dos variables:a) el cambio de visión estratégica de las nuevas generaciones (hijos) respecto al modelo negocio tradicional de su empresa familiar, yb) el ciclo de vida en la que se encuentran las dos generaciones. El origen de los mismos, son consecuencia en mi opinión, de dos variables:
Como profesional dedicado en exclusiva al trabajo con familias empresarias, soy testigo de que los conflictos familiares van en aumento, especialmente entre padres e hijos. El origen de los mismos, son consecuencia en mi opinión, de dos variables: a) el cambio de visión estratégica de las nuevas generaciones (hijos) respecto al modelo negocio tradicional de su empresa familiar, y b) el ciclo de vida en la que se encuentran las dos generaciones.
El origen de los mismos, son consecuencia en mi opinión, de dos variables:
a) el cambio de visión estratégica de las nuevas generaciones (hijos) respecto al modelo negocio tradicional de su empresa familiar, y
b) el ciclo de vida en la que se encuentran las dos generaciones.
El cambio estratégico en una sucesión generacional es natural. La posibilidad de establecer los cambios “obligatorios” tendentes a la revitalización de la empresa familiar, chocan con la visión en algunos casos inmovilista de los padres y de una organización (personas y recursos) apalancada entorno al concepto “las cosas siempre las hemos hecho así”. Estas diferencias de opinión empiezan como controversias y si no se le pone remedio, acaban en conflictos.
En este tipo de conflicto, precipitan un cisma familiar donde suelen definirse dos bloques principales de participes: por un lado los hijos más críticos y por otro, el grupo de principales directivos y miembros familiares (padres e hijos afines bajo intereses no empresariales sino de trascendencia emocional). En definitiva se produce una pugna entre los valores propios del respeto al orden familiar (relación paterno-filial) y las necesidades de la sociedad familiar como actividad empresarial. Este puede ser un porqué, pero no una formula matemática.
El cómo poder eludir esta situación y no llegar al terrible conflicto familiar tiene solución. En este punto incluyo la segunda variable: los ciclos vitales de los miembros familiares. Cualquier persona llegada cierta edad, responde a unos parámetros más conservadores, entre ellos el concepto de riesgo y los valores de orden familiar (respeto, igualdad entre los miembros de la familia, etc.). En las personas más jóvenes en edad, estos parámetros son distintos. Ambas perspectivas generan controversias a la hora de gestionar las diferentes visiones.
Llegado este punto, qué se puede hacer. Por mi experiencia, en la mayoría de los casos la falta de organización de la familia en sus relaciones con la empresa puede ser una de las razones; Seguramente, es probable que incluso con su correspondiente protocolo familiar firmado (lo que yo llamo “el antídoto de papel”), ocurra. Existe la creencia generalizada de que si tengo un protocolo familiar firmado, el problema no aparecerá. Discrepo. En mi opinión este documento debe ir acompañado de una rutina de comunicación.
Asimismo, el Consejo de Familia es el lugar de encuentro donde “lidiar” esas diferencias. Este órgano de gobierno familiar permite, además de ser un punto de encuentro exclusivamente familiar, tratar los temas familiares fuera de la empresa permitiendo dos cosas:
a) en primer lugar eludir la presencia del conflicto delante de los directivos no familiares, y
b) en segundo lugar cohesionar la estrategia de riesgo y perspectivas familiares propias de ambas generaciones.
Esta es una condición necesaria aunque no suficiente. No podemos olvidar que los hijos debemos respeto y admiración por nuestros padres: por quienes son y por lo que han hecho por nosotros. Al fin y al cabo, ellos han demostrado muchas cosas y nosotros todavía no.
Fuente: laempresafamiliar.com / Bitácora de Manuel Pavón