Como un niño aún, el cual no puede desprenderse de sus recuerdos de horas y horas que transcurrió armando y desarmando juguetes de RASTI, veo hoy que no fue sólo un entretenimiento. Fue todo un aprendizaje de vida. Estoy más que convencido que muchas de las decisiones que uno acierta se deben al RASTI, y no es broma. Ante la presencia de gente exitosa en la vida, en los negocios, en su trabajo, en su profesión, es inevitable mi inquietud: “Seguramente jugaba con RASTI…”
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